Continuando con aquel post de cuidado profesional, que es inagotable, sigo compartiendo mis inquietudes diarias que se han convertido en una de mis grandes preocupaciones, dado que me conlleva a un gasto de tiempo en mi tarea diaria que me supera ya cada día, y que trato de resolver de forma eficaz, aún sin éxito, pero no pierdo la esperanza.

Entre todas nuestras funciones como administradores de fincas, comprendidas en el Artículo  20 LPH,  Corresponde al Administrador:

  1. a) Velar por el buen régimen de la casa, sus instalaciones y servicios y hacer a estos efectos las oportunas advertencias y apercibimientos a los titulares.
  2. b) Preparar con la debida antelación y someter a la Junta el plan de gastos previsibles, proponiendo los medios necesarios para hacer frente a los mismos.
  3. c) Atender a la conservación y entretenimiento de la casa, disponiendo las reparaciones y medidas que resulten urgentes, dando inmediata cuenta de ellas al Presidente o, en su caso, a los propietarios.
  4. d) Ejecutar los acuerdos adoptados en materia de obras y efectuar los pagos y realizar los cobros que sean procedentes.
  5. e) Actuar, en su caso como secretario de la Junta y custodiar, a disposición de los titulares, la documentación de la comunidad.
  6. f) Todas las demás atribuciones que se le confieran por la Junta,  entre otros, lo indicado en el

 

SE TU MISMO

 

Todo ello, para garantizar la seguridad jurídica de nuestros administrados, que cada día nos resulta más difícil. Pues bien, todas esas funciones que nos confiere la Ley, conllevan intrínsecas una serie de medidas de protección, que son a veces casi imposibles de llevar a cabo a la perfección.

Desconozco si ha sido debido a la crisis, y a esa incontrolable presión a la que se han visto los proveedores de las comunidades a bajar los precios para no perder a sus clientes, o si es así como está “el patio” en general, pero el hecho en sí es que, tengo que estar absolutamente alerta, y trabajar bajo la desconfianza que entiendo que no debería de ser la tónica, pero lamentablemente así es. Esas alertas son:

  • El aumento desmesurado de las compañías eléctricas a las comunidades y la inexistente protección al usuario.
  • La cantidad de presupuestos anómalos ofrecidos por los proveedores, da igual de la índole que sea, pero los que más me duelen es de las empresas de ascensores que para adaptación a la normativa tras una inspección, te lo entregan con un monto total, sin conocer realmente los precios de las distintas partidas.
  • La cantidad de contratos mal redactados,…, con cláusulas abusivas, con falta de todo… hasta de ortografía.

Dejo aquí las alertas, para no parecer un muro de lamentaciones, pero podría continuar.

 

Esto me conlleva un desgaste enorme a diario sobre todo en tiempo real, además del emocional que nos acompaña en nuestros quehaceres diarios.

Se pierde tiempo en leerlos, y detectar las anomalías, se pierde tiempo en comunicar al comercial dichas anomalías, se pierde tiempo en que te vuelvan a remitir subsanados los presupuestos y contratos, se pierde tiempo en su ejecución…

Resumiendo: Pérdida en sí mismo, nada de #GestiónEficaz

Pero como siempre saco el lado positivo de absolutamente todo lo que me acontece en la vida, esta pérdida de confianza en los proveedores y de tiempo, me lleva a GANAR:

 

  • Gano la confianza de mis clientes que se sienten protegidos conmigo, y empatizan con mi situación.
  • Gano poder cambiar lo que está mal hecho para garantizar la protección de mis clientes
  • Gano que algunos proveedores agradecen mis “sugerencias”, más de los que se molestan cuando se las comunico. Dado que alguno, molesto por mis advertencias, me han llegado a decir: “pues es usted la única administradora que lee los contratos, porque trabajamos con muchos administradores desde hace además muchos años, y nunca nadie nos ha comentado nada”. Lo que a mí enorgullece, y por el contrario no me sienta nada mal, pues me hacen sentir que soy única.

 

Recibid un afectuoso saludo.

Maribel Orellana Gil

@AdmMaribel

 

 

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